¡Ay, dejemé!

El rubor que me ha hecho impune.

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Nombre: Silvia Sue
Ubicación: Santa Fe, Argentina

miércoles, agosto 30, 2006

Juan Manuel said

Juan Manuel también es mío. Tiene 10 años.

Suele decir cosas raras que tabula como principios.

“¿Mentir, mamá? Lo que vas a hacer es disfrazar al destino” .

martes, agosto 29, 2006

29 de Agosto: ad vocatus

Puedo ser otra cosa, me digo a veces, cuando me invaden ciertas furias. Cuando la decepción y la angustia, cuando el fracaso, cuando la gente que me agobia, cuando el sistema que me satura, cuando lo arbitrario, cuando la negociación constante a partir de lo que se sabe se devora lo artesanal y se prioriza en rédito, en triunfo por encima de lo justo, en lo justo a medias, que es lo mismo. Puedo ser otra cosa, después de todo, a este lugar me trajeron medio de prepo, hace años, la letanía del viejo, las convicciones de otros. Por eso digo que puedo ser otra cosa, qué vocación ni qué ocho cuartos, si yo quería ser profesora y enseñar Literatura en los colegios secundarios, con el rouge corrido, el pelo en cola de caballo y ser “la vieja de lengua” a los veinticinco años. Puedo ser otra cosa, y no es tan tarde, en un par de añitos puedo ser Asistente Social y trabajar en la pureza ruda de un Centro Comunitario, haz el bien-sin-mirar-a-quien, a cada uno lo suyo, decía Ulpiano, o estudiar Arte, qué placer, vivir la maravilla inútil de la belleza que no me contradice, que me contempla justa e igualitaria. Puedo hacer otra cosa, también me digo, me gusta cocinar y no es mala idea una casa de comidas, quién te dice, no hay derecho a que en este barrio no haya una.

Puedo ser otra cosa y lo suelo repetir para creerlo, aunque sé, siento-sé que ya es tarde y no hay salida.

Que lo que sea o lo que haga va a ser siempre a partir de esto que soy, que soy inexorablemente quién dijo que no por inercia, por designio ajeno, por torpeza propia, por casualidad, por auto decreto. Por órdenes invisibles e inaudibles, sigo pidiendo y viviendo de pedir lo que no siempre obtengo, vivo de lo que pido defendiendo, de lo que abogo, de lo que advoco. Puedo ser otra cosa y haga lo que haga, sea lo que sea, ahí presente, me paguen o no me paguen, me reconozcan o no me reconozcan, ahí presente invariablemente el ad vocatus, siempre inevitablemente ad voco.

"Pido por otros".-

Tenga yo un resignado felíz día.

lunes, agosto 28, 2006

Todo

A ellas me las imaginaba, sí, como las ví en fotografías, pero en el primer abrazo, en el primer perfume supe que las guardaba de otro tiempo, vaya uno a saber, vaya uno a creer en eso de las vidas anteriores, pregunten a Inesa, y después me sorprendió ese algo de niña deslumbrada en sus miradas, una cosa traviesa, cómplice, las boquitas en rouge rosado como salidas de esas muñecas de mi infancia,…una belleza de florcita urbana e incontaminada a la vez, Verónica, una manera grácil y suave de oponerse, en un capricho dulce y táctico, a la velocidad incontenible de su Plaza, Aydessa, las manos perfectas y diferentes, la sutileza invariable que escucha.

Ahí, sentada con la calma de un gurú expectante, Inx era un piano dando en la tecla, la ironía de rebatir retóricas esperables… “Ay, dejenmé, chicas, cuando les cuente….”

De ellos me traje el placer y el disenso, la ternura cuidadosa, casi ocho horas jugando como cachorros grandes, la risa burbujosa de cerveza y San Telmo, la coincidencia misma de cuando los pensaba sin verlos por haberlos leído.

Todo lo hicimos juntos.

jueves, agosto 24, 2006

¡VIENE! (voy)

Se supone

"...se supone que escribo para olvidar", ha dicho Jorge Javier.

Y he recordado.

.

martes, agosto 22, 2006

Viernes que viene.

Y la noche del Viernes, esa que no llegó todavía, ese regalo que me van a dar, dicen, y que aún no me dieron…ahora, recordando a quien me dijo que no se puede querer a un grupo de fantasmas, recordando mi neblina amiga y necesaria, mi abrazo silencioso, mi desagobio, juego a pensar si fuera todo mentira, si fuera todo una gran broma, si esa figura pelilarga que soy yo, que desde aquí me puedo ver en la escena de ese pequeño futuro próximo, entrando con un paquete de alfajores santafesinos al ruido del Güerrín, si esa figura consternada y buscando que miro desde acá fuera también no más que un soplo de humo blanco, frágil, improvisado, aquel borgiano sueño anticipatorio que otro, quien sabe quien, va a estar soñando.

viernes, agosto 18, 2006

Infinita

Me pareció verlo hoy, pero no era. Parecido, el señor de bigotes con el que casi me topé esta mañana, caminando por la vereda de la Facultad de Ciencias Jurídicas, pateando las hojitas secas como en otro tiempo. Parecido a mi profesor de Minería (Derecho de Minería y de la Energía, se llamaba la cátedra), que hoy, si es que vive, debe tener unos setenta y cinco años, tal vez más. Minería (también denominada "Minas") era una materia corta, muy específica y técnica, muy inservible también, a la que casi todos, a la hora de preparar, le “poníamos” quince o veinte días, e íbamos a rendir con el programa muy macheteado. Era una de las últimas de la carrera. La cátedra más famosa (debe haber habido dos) era la de Laurencena. He ahí al Doctor Laurencena con su cara angulosa y sus bigotes, y su acento entrerriano, el pañuelo en el cuello o la corbata al tono. Entrerriano y radical, pero radical alvearista, como le gustaba decir. Cierta raigambre pretendidamente oligárquica, de "vieja familia entrerriana con campos". Un tipo de un humor variable, al igual que sus niveles de exigencia. Un aparato.

Rendí con él una mañana fría como la de hoy, hace unos cuantos años…y me acuerdo de todo, como si hubiese pasado recién. Llegué tarde, como siempre, sin tiempo a presenciar exámenes ajenos, para agregar algo a mis precariedades. "Uno aprende escuchando exámenes", gustábamos decir los indolentes, los mentirosos, los que siempre nos íbamos con algo colgado.

Me acuerdo de que estaba tomando exámen en el Aula Vélez Sarsfield (una de las más grandes y viejas), y había gente adentro, presenciando, y gente en la puerta. Pregunté a alguien cómo iba. “Bien”-me dijo-tolerante”

-“¿Preguntando fino?-insistí.

-“No,- me dijo el compañero-nada que ver. Anda fácil. Pregunta grueso. Camiones, te diría”

Con la tranquilidad de los creativos, no obstante haberle "puesto" nada más que una semana (pregunta camiones, yo la leí toda y algo voy a inventar) me fui al bar a distenderme, porque con mi Comisión todavía no había empezado. Dos horas charlando, sin leer ni una línea como para "refrescar", contando visicitudes de la última peña. Empieza con mi Comisión, me fijo en la lista, y veo que soy la primera. Con “B” larga. Porque “Belbeny, Manuela de los Milagros” (mi habitual antecesora cuando coincidíamos en algún cursado), muy responsablemente se volvió a su casa: es que “le puso” una semana igual que yo, pero con la honestidad y el pesimismo que a mí me faltaban.

“Okey, pensé. Capilla en mesa...hummm....con el programa todo escrito para desplegar delante de sus honorables bigotes...empezamos mal".

El Código de Minería era un hormiguero, macheteado hasta el último comentario: una-obra-de-arte.

Me llaman. Mi nombre retumba en un silencio con murmullos de fondo, subo a la tarima, donde está el escritorio del tribunal examinador. Saludo circunspecta, me saludan, y de repente tomo conciencia, como el ladrón en la puerta del Banco, porque ahí soy exactamente eso. Respirando hondo, con manos temblorosas saco bolillas: 1 y 14-, lo recuerdo muy bien. La primera y la última. Diez minutos de capilla en mesa y frente a él, a sus bigotes, con unos cuantos atrás mío escuchando.

Intento desesperadamente leer la bolilla 1, el programa se me hace milimétrico, la letra del machete no es mía, busco datos en una memoria inconfiable, siete días a dos bolillas por día y sin repaso. Endeble el mundo, la vida misma.

Laurencena charla con los dos adjuntos, hace bromas, respiro aliviada intuyendo su buen humor. Hoy tiene un buen día. De pronto se pone serio, me observa con actitud de empezar, frunce el ceño fingiendo severidad, y me dice :

- “¡Bueno!”

-“¡Sí!-“ casi le grito yo también. El viejo espera de mí, y yo trato angustiosamente de armar algún concepto para arrancar.

Me tira una soga (cree él) y me dice: _“A ver, niña…dígame: características de la propiedad minera.”

Fácil, grueso. Un camión, pienso. Pero por más que busco, en mis recodos mentales solamente hay palabrejas atadas con alambre en horas quitadas al sueño, para preparar esa mierda en siete días.

Pero pongo mi mejor voz cuasi-doctoril (me faltan tres materias, después de todo), y le contesto gravemente:

-“La propiedad minera es…infinita.”

Laurencho se tira para atrás, sorprendido. Levanta las cejas, histriónicamente, como quien acaba de descubrir algo importante.

_“Infinita…”- repite en voz muy baja, como para sí mismo, estupefacto. Se inclina hacia mí, mirándome fijamente a los ojos, apoyando los antebrazos sobre el escritorio:- “¿Infinita?..."-me pregunta, balbuceante, incrédulo, y sin esperar respuesta:

-“ ¡¡ INFINITA!!... - brama - ¡INFINITA ES LA BOLA QUE TE VOY A PONER!”

Una catarata de abrumadoras carcajadas empieza a tronar a mis espaldas vencidas. Malditos. El papelón que sigue unos veinte minutos más es un debatirse entre adivinanzas y conceptos leídos del machete, para intentar sacar agua de las piedras, para inventar alguna exposición coherente. Laurencena fluctúa entre la ira y la paciencia, entre el sarcasmo y la generosidad, es un forcejeo en el que yo me abuso y le hablo atolondradamente del cateo, del derecho del minero a no sé qué jornada de trabajo íntegra, intento aturdirlo, me paso a la otra bolilla, y me meto en diversos berenjenales.

Me termino yendo derrotada, ya sin dignidad alguna, obviamente boleada y cargando irónicas sonrisitas, planeando oscuras venganzas a las burlas ajenas.

Entonces me percato no sólo de que tengo que rendirla otra vez.

Pienso en que, de acuerdo a mi propia finitud, hay lugares de los que no se vuelve.

sábado, agosto 12, 2006

También es cosa mía

No la robo, sino que la hago mía en las palabras de Eduardo Aliverti, cuando dice... "...Tengamos honor intelectual. No puede caerse así como así en la banalidad de decir que lo insoportable de Cuba es su falta de li- bertad. A los tilingos que piensan sin más de ese modo les cabe la inmortal frase de Anatole France: “Todos los pobres tienen la libertad de morirse de hambre bajo los puentes de París”. Lo insoportable de Cuba es que ha demostrado que se puede otra cosa. Que se puede resistir, y en soledad, al imperio más formidable de la historia. Que hay una vida con dificultades inmensas pero en la que todos los habitantes tienen garantizado el alimento, el estudio, la medicina, la universidad. Y lo peor, lo más intolerable, es que esa subsistencia, objetivamente heroica, se convirtió en y continúa siendo un faro para los luchadores sociales de todo el mundo; y en particular para el movimientismo y las utopías del patio de atrás. Allí donde haya el escándalo de un desnutrido, de un analfabeto, de enfermedades de la miseria, de una diferencia de clases insultante, de escuelas y hospitales que se caen a pedazos, de cifras espantosas de mortalidad infantil, de viejos abandonados, de pibes enloquecidos por la droga, allí se eleva contra las castas del privilegio el fantasma de Cuba. Y el riesgo es que siga elevándose, hasta que no quede nadie, ni un solo imbécil, que mientras lleva una vida de mierda cuestiona que en Cuba no hay democracia. De que los cubanos puedan resistir depende que no desaparezca una de las experiencias de liberación más concretas y fascinantes de la historia americana. Si los yanquis vuelven a desembarcar allí, cada oprimido de este mundo habrá de quedarse sin el más real de sus faros. Eso es grave, por mucho que a poco de andar quedara demostrado lo terrible de la recolonización. Y por eso, esa cosa de Cuba es cosa nuestra."

viernes, agosto 11, 2006

Periodismo de denuncia, o diálogus interruptus.

A Ibarra, cuentan los diarios, lo sobreseyeron. Se lo iba a procesar por los delitos de homicidio culposo, y de incumplimiento de los deberes de funcionario público, pero lo sobreseyeron. Me llega la noticia a través de un periódico digital, y el autor de la nota, (un periodista conocido, con una tendencia política expresa que tal vez comparto) indignado, habla de la corrupción que posibilitó semejante decisión judicial favorable a Ibarra, habla de que “ni siquiera se lo llamó a prestar declaración indagatoria”, habla de dineros que "(le consta, le consta)" fueron aportados para que “lo liberen a Ibarra”.

Ahí me pongo a buscar el fallo entero, y una vez que lo consigo lo leo minuciosamente. Entonces, y sólo entonces le mando un mail a mi periodista para opinar, y le explico: primero, ( y para evitar preconceptos) que no adhiero en modo alguno a personajes como Ibarra ni a la política que representan, pero que, desde el punto de vista de lo que uno sabe, de lo que uno ha estudiado y de esta ciencia vapuleada y no siempre justa con la que uno trabaja desde hace diecisiete años, desde el punto de vista de lo jurídico puro, era imposible que lo procesaran ni por homicidio culposo, ni por incumplimiento de los deberes de funcionario público, simplemente porque la responsabilidad penal debe ser directa para que se conforme el tipo penal. Le explico que “Acá en Santa Fé han ocurrido hechos que no han tenido (obvio) ni la entidad ni la trascendencia de Cromagnón, pero que en la valoración penal son similares, te voy a dar un ejemplo: no hace mucho, una señora paseando con su bebé en brazos por una calle, mal iluminada (en contradicción a lo que determina la reglamentación urbana), se cae pisando mal una alcantarilla en arreglo no señalizada, se quiebra una pierna y el bebé se le resbala de los brazos y se desnuca. Obviamente, se iniciaron acciones legales para obtener una reparación por la muerte del bebé y la lesión de ella, demostrando que la calle no estaba iluminada conforme se establece reglamentariamente, y que la alcantarilla en reparación no estaba señalizada. Obtuvo una indemnización muy importante (que no cubre su tremenda pérdida) pero el intendente no fue procesado por "homicidio culposo" (es que en rigor de verdad, en términos de técnica jurídica, no se puede decir que el intendente Balbarrey haya "matado" a ese niño, porque para el homicidio se necesitan, sea culposo o doloso, otros elementos para conformar el tipo penal, uno de ellos es que tiene que ser directo) ni por "incumplimiento de los deberes de funcionario público". Eso no se pudo hacer tampoco. Porque hay una descentralización en la estructura que hace que la responsabilidad no sea directa, porque no es al intendente al que le corresponde esa supervisión personal, ni siquiera se entera, ni siquiera la coteja, hay una repartición que debe hacerlo, y ocurre que la responsabilidad para que sea imputable debe ser personal en materia penal. Aclaro que esto es así en materia penal, sin perjuicio de que al Municipio le competa la reparación civil por no haber tenido la calle como correspondía. Lo mismo para el delito de homicidio culposo...De no ser así, con la cantidad de gente que se muere en nuestra ciudad como consecuencia de situaciones atribuibles a la responsabilidad de la Municipalidad en cuanto al estado de calles, barrios, etcétera, como ser: gente que se muere intoxicada por falta de agua potable en lugares en los que no están convenientemente instalados los sistemas, accidentes de automóviles por culpa de "lomos de burros" no colocados como lo determina la reglamentación, y etcétera, etcétera, al intendente le lloverían las causas penales, te imaginás, viviría procesado por homicidio. Te doy estos ejemplos tipo "muestreo", por supuesto que no lo comparo con esa tragedia de allá en orden a la magnitud, es solamente a fines de explicitarte cómo funciona la imputación penal. Por eso, aún cuando, por ejemplo, se demuestre que las inundaciones pudieron ser prevenidas, y que al ex gobernador Reutteman le cabe responsabilidad en ello, seguramente se convertirá (y ya casi lo es) en un cadáver político, como le pasó a Ibarra, pero nunca lo van a poder procesar por "homicidio culposo". A lo sumo, el gobierno provincial afrontará juicios de reparación civil.”

Prosiguiendo mi paciente y densa retahíla, y centrándome puntualmente luego en la indignación que plantea este periodista amigo porque a Ibarra no lo llamaron a declarar, insinuando claramente que seguro “arregló” para que así fuera, le digo: . . pero es que te equivocás, porque es lógico que a Ibarra puedan no llamarlo a indagatoria, si así lo decide el Juez: y lo decide porque sabe que el tema no puede correr según nuestra ley, entonces ¿para qué lo va a llamar? Lo llama cuando hay razón suficiente, y en este caso, no se dá el tipo delictivo personal para Ibarra. De última, que lo llame o no, no modifica las cosas: puede indagarlo y no procesarlo después, es lo mismo. Tenés que leer el fallo, pero con un abogado que te lo vaya comentando punto por punto y que te vaya dando bien los fundamentos. Yo lo leí y tengo que decirte que lamentablemente, se ajusta a derecho.”

Me contesta el mail, diciéndome que él sabe que es así, que sabe bien que la imputabilidad penal funciona de esa manera en nuestro sistema, porque su abogada se lo explicó en los mismos términos que yo, a los tres meses de haber ocurrido lo de Cromagnón, y que está en un cien por cien de acuerdo conmigo. . Pero IGUAL ( ¡IGUAL!, me dice) me consta que hubo sobres de dinero de acá para allá para que lo liberen a Ibarra” (¡¿?!) Vuelvo a responderle, y le digo que, aún cuando no pretendo pasar por sobre sus informantes, me contraría el sentido común esa afluencia de sobres de dinero de la que él informa, (y no porque me sorprenda ninguna corruptela, sobre todo viniendo de ciertos lares) sino sencillamente porque a pesar de la acusación del Fiscal (en nuestro sistema el fiscal, ante una denuncia, siempre DEBE realizar la acusación) Ibarra iba a ser sobreseído SEGURO, sin duda alguna lo iba a ser sin necesidad de plata, dado que no existe ningún argumento jurídico para condenarlo. Es más: hasta la acusación del fiscal resulta forzada y demasiado endeble, era imposible que prosperara. Quiero decir: pagaran o no pagaran, no quedaba otra que dictar el sobreseimiento”

Y bueno, ahí se terminó la conversación. Del otro lado, profundo silencio de radio. Me quedé casi hablando sola, con el último eco de mis tintas. Ahora, yo, entre cantos de grillos me pregunto: después de todo lo que le dije, y si estaba de acuerdo conmigo y sabía que las cosas funcionan así porque ASI ES LA LEY, porque su abogada ya se lo había explicado: ¿por qué se enoja y dice que seguramente la resolución fue comprada?

Y ya que evidentemente no tenía sentido “comprarla”...Ya que evidentemente esos “sobres” no podían tener el destino que se dijo en la nota de este “periodismo de denuncia”...dicho de otra manera, ya que evidentemente no queda en claro PARA QUE pagaron: ¿no sé podría en el periodismo de denuncia saber QUIENES llevaron la plata, y A QUIENES se la dieron?

Me contesto que no. Que el oscurantismo de alguna que otra imaginación irritada también está lleno de buenas intenciones. Y que estoy agotada.

Ay, dejemé...

lunes, agosto 07, 2006

Un retorno de película

Reciente, cercano, con olor a nuevo. Ahora Añadiduras nos ha resucitado en cinemática. El mismo, pero trastocado en jubiloso disimulo cinéfilo, para demostrar que los muertos que vos veláis gozan de buena salud.

"Ay!" guarda sus pañuelos de puntillas aún húmedos de aquellas lágrimas, y celebra con el asombro de todos, porque Carlos (ya le fue dicho) es de lo que no se deja sin quedarse.

Y nosotros tampoco.

viernes, agosto 04, 2006

Parando libre

Algo tan burocrático, tan citadino y reglamentador como un semáforo puede ser el recodo y por qué no, algo así como el escondrijo a la vez que la vidriera de la más atroz y lacerante miseria que es el dolor de la miseria de la infancia, allí donde en las heladas mañanas como hoy, unos pocos nenes de seis o siete añitos con medias y ojotas piden monedas cuando todavía es casi noche, más noche que la noche verdadera, si uno lo piensa. No van a la escuela y si fueran, el hambre contra el que ya no puede tanta golosina barata provocará el embotamiento necesario para que la brutalidad de sus vidas solamente tenga un aula gélida sin vidrios y un pupitre en el que apoyar una cabeza fatigada de intentos imposibles. Ahí, no sé por qué, me acuerdo de que Fidel está grave, y en la antípoda de ese pensamiento me acuerdo de tantas tertulias y madrugadas charladas para encontrar la definición aproximada del amor por la libertad que me alimenta, por la que sangro lucho y pervivo en ardorosas canciones y poemas hondos, y me vuelvo desafiante y paradójica y digo que ser un abogado tiene sentido cuando se apuesta a la defensa de la libertad de procurar a los demás y a nosotros mismos el ser como queremos, decir lo que queremos, y acceder a los derechos que tenemos todos, la Convención de los Derechos del Niño, el Pacto de San José de Costa Rica y tanta cosa diletante, pero que es también tanta cosa bella, bella, contra el horror del grado con sensación térmica dos a las siete de la mañana con la inocencia hambrienta y sin remedio en ojotas y medias pidiendo en el semáforo y entonces siento que ante todo eso mi libertad y mi derecho a decir y a ser y a decidir son renuncias posibles, Dios mío son tan pero tan posibles, que creo que ya no me importan, que son cuasi frívolas ante el hambre de un chico de seis años a las siete de la mañana con un frío atroz en ojotas en el medio de la calle, que puedo prescindir, te lo juro que puedo prescindir a cambio de abolir esa realidad y porque acá, ya veo, está el muestreo de esa sospecha largamente acallada para que no me ladren los perros conocidos, que no es sospecha ahora sino ya la amarga certidumbre de que la democracia es una especie de ficción, es un artificio posible solamente en una “polis” de unos pocos, sencillamente porque es imposible representar a tantos y que el Poder no sea la vía inevitable de la corruptela que hará que los débiles se mueran siempre en el afuera, no sé por qué me acuerdo de Fidel que está grave, me acuerdo del retumbe de su discurso gritando la mortalidad infantil cubana al mínimo inasible para el que quiera escucharlo, está grave, dicen, y justo hoy que yo parada libre, libérrima en el semáforo necesito un dictador de izquierda, quiero un férreo y vengativo dictador de izquierda y para no caerme, me hundo, borgiana y detestable, en esa frase condenada que tanto me enfurecía del viejo genio y que ahora escribo como un rezo desesperado, amargo y realista, esa que decía que la democracia es el abuso de las estadísticas.