¡Ay, dejemé!

El rubor que me ha hecho impune.

Mi foto
Nombre: Silvia Sue
Ubicación: Santa Fe, Argentina

miércoles, junio 14, 2006

Otra cruza

Y yo cruzo la lectura de este post de Vero que cruza con la lectura de uno de Aydesa, y me doy un lugar para poder hablar de esto en pensamiento común con ellas, porque siempre digo que tengo un antes y un después, como si con el nacimiento de una condición, que coincide con el nacimiento de alguien, se hubiese muerto esa que yo era antes de. Antes de la maternidad, sí. La vivencia de todo eso, según me enteré después, no tiene que ver solamente con la historia personal ni con el marco referencial, circunstancial y afectivo de ese nacimiento: tiene que ver, además, ( también me enteré después), con eso de las endorfinas, y con lo orgánico mismo, y con la relación con la madre de uno, y con el ejercicio del poder externo, y algunas otras sutilezas más.

A partir de que me costó internalizar la pura y simple idea de que había tenido un hijo, es decir de que había “hecho” dentro mío a una persona, de que había compartido con ella nueve meses de sangre, comida y sufrimiento, a partir de no haber logrado nunca procesar del todo esto de la creación y de que una es una especie de máquina con un raro equipamiento físico y mental adaptado para sustentar a otro, para mí la maternidad ha sido una experiencia extraña.
Extraña y agobiante, increíble, gozoza y atormentada, obsesiva y canalizadora de otras cuestiones muy íntimas, nunca del todo resueltas. Un pasaje en el que lamentablemente siento, sí, que la libertad, (esa pavada) se ha terminado elípticamente y para siempre. Un pasaje determinante y arrollador, en el que hay que conciliar internamente la necesidad actual que se tiene de las personas que uno ha "tenido", el no poder prescindir emocionalmente de ellas y sentir que eso será así mientras viva, y el saber a ciencia cierta que el mito de los instintos alcanza también al amor maternal, que parece que, en rigor, no existe. Juan Carlos Volnovich (1993), en una entrevista realizada por el diario Página 12, se refiere a esto del mito del amor materno y de cómo su surgimiento está ligado a un momento socio-histórico. "El instinto materno - explica Volnovich - es un mito de la modernidad. Como las madres no criaban a sus hijos, la mortalidad infantil estaba en estrecha relación con la dificultad para encontrarles nodrizas o con la incompetencias de ellas. Según Elizabeth Badinter en su libro ¿"Existe el amor maternal?", de los 21 mil niños nacidos en 1780 en París, sólo mil permanecieron con sus madres; otros mil, de familias acaudaladas, fueron amamantados por nodrizas en la casa paterna, y los 19 mil niños restantes fueron entregados, desde el momento mismo del nacimiento, a nodrizas a sueldo que los criaban en el campo. Un 90 por ciento de ellos no pasó el primer año. Las estadísticas de la época consignan que hasta casi fines del 1700, eran muchos los niños que morían sin haber conocido la mirada de su madre.El mito del amor maternal es en este sentido, un intento de contención de ese infanticidio que estaba despoblando Europa. No es casual: de esa época datan los primeros censos, y ellos permiten comprobar que la Europa que necesita soldados para las guerras imperiales y colonizadores para poblar las colonias, se está quedando vacía. A partir de 1760, empiezan a aparecer en Francia publicaciones que aconsejan a las madres la atención personal de los bebés. Eso que hoy conocemos, padecemos y disfrutamos como algo "instintivo", "natural", "incondicional", no tiene nada de instintivo: es una construcción social que surge de esa época, e identifica a la mujer con su función de madres, a partir de discursos económicos, filosóficos, y fundamentalmente ideológicos, como el de Rousseau. Las dulzuras de la maternidad fueron objeto de una exaltación infinita; ser madre devino así en un deber impuesto, pero también en la actividad más envidiable y gratificante que podía esperar una mujer" (Volnovich, 1993) “

Haber intelectualizado esta cuestión, haber leído a Badinter y después a algunos otros me ha desterrado, junto al psicoanálisis, determinadas nociones ascentrales y ciertos prejuicios de abnegaciones que no tengo, es cierto, me ha sacado algunas culpas, pero en realidad no me ha servido de mucho, como pasa siempre cuando los vínculos se sienten de una manera tan fuerte, tan tortuosa y con tanto placer dentro del mismo sufrimiento. Que el poder patriarcal se haya encargado de transmitirme sus pautas culturales para que yo lo sienta y obedezca, no es una idea descabellada. Pero lo que no me ha servido de mucho es la conciencia de eso, tal vez por esto de que el sentir es anterior al pensar. Ya no soy libre, no lo seré nunca más, pero al mismo tiempo el arrepentimiento de esta cadena caprichosa me resulta inconcebible y desesperante sólo de imaginarlo. La abolición de esos dos seres, así como la idea de que pudieran "no haber sido" significa mi propio exterminio en el nivel de la existencia y de las sensaciones, de la vida misma, aún cuando más no fuera en los supuestos. Porque si tuviese que explicarlo, que narrarlo como a un cuentito de infancia no me veo hamacando muñecas, sino que me cuestiono pensando si no será que lo que me pasa con mis hijos es tan profundo por estar en realidad autodirigido, por estar regodeándose en mi ego, en que algo de ellos me trae a esta que soy por ellos, pero que soy Yo y no Otra. Y entonces me voy al recuerdo aquél de ese profesor que yo tenía en la Universidad, que no era madre sino padre de un único hijo, que hablaba de su sentimiento para con él diciendo: “No sé qué me pasa cuando lo veo, y me debo estar amando a mí mismo a través de él, soy el más egoísta de todos pero lo miro, me estremezco con una felicidad empalagosa e inevitable, con una emoción ardorosa que me pone de rodillas, y pienso: cuando yo sea viejo, él va a ser grande, y cuando yo esté muerto, voy a estar menos muerto porque él va a estar vivo”.

Algo así.

14 Comments:

Blogger Vero dice...

Silvia Sue, muchísimas gracias por dar tu punto de vista, fuiste muy clara. Ahora: es justamente todo lo que contás lo que me llena de terror. No puedo evitarlo. Quizás te parezca raro, pero es así nomás. Es, como dijo Fander, un tema personalisimo y delicado. Un beso.

3:37 a.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

No me parece raro, porque a mí me sigue aterrorizando, y eso que lo tengo vivido, y eso que ya no es una decisión.

4:02 a.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Ojo que volví...

4:45 a.m.  
Anonymous Anónimo dice...

personalmente voy a coincidir con vos, Silvia Sue: el instinto maternal (o paternal) no existe hasta que la mujer "tiene" al hijo, o hasta que "le da" un hijo al hombre. Ése es el momento mágico: el logro. Antes que eso no hay nada más que preconceptos e imposiciones sociales acerca de la correcta femineidad. Y de parte de los futuros padres hay ilusiones -nunca deseos inconcientes- dadas por la propia historia personal, genes, la relación con sus padres y todas esas sutilezas, como explicás. Por éso se puede uno pasar toda la vida sin las ganas de tener un hijo hasta que lo tiene, y ahí cambia absolutamente todo.

11:06 a.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Toda la razón, Piróscafa.
Y en eso de "darle" un hijo al hombre, debo contar una "anecda", diría una vecina: recuerdo hace unos años, haber presenciado una conversación entre dos compañeras de trabajo, una de ellas (separada, dos hijos), después de narrarle a la otra sus peripecias con su hijo menor, muy travieso y terrible él, pasa a contarle su ilusión con un romance nuevo, y las cualidades de su enamorado: "Me ama de verdad-dijo, con cara de embelesada--si hasta me pide un hijo". Y la otra, entre carcajadas le contestó: "Y dale el más chico, si decís que es insoportable".

11:32 a.m.  
Anonymous Anónimo dice...

es brillante tu reseña, me encantó. beltrán, sigue así. pensar que renegabas del blog.
Y muy buena la anécdota del "me pide un hijo". Somos bobas y creemos que eso es amor sublime... qué boludez.

9:02 p.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Gracias, madrina.

9:24 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Siempre me siento con poca autoridad moral para opinar sobre el matrimonio (como en un post anterior) o sobre los hijos. Soy pro matrimonio, soy pro hijos, pero cuando despuès de decir eso, digo que nunca me casé y que no tuve hijos...mmm..parece cuento. Pero realmente es lo que pienso. Sigo pensando que la mejor forma de vivir es con alguien de "adeveras" al lado, y pienso que al no ser madre, me perdí de algo bueno. Pero no me arrepiento de nada, porque uno toma decisiones (aún sin ser conciente de ello) y es injusto juzgar esas decisiones (y juzgarse uno mismo) diez o veinte años después. Por otro lado, no me inspira nada "monstruoso" que una mujer no manifieste el menor interés en ser madre, aunque creo que la única mujer que puede saber con seguridad si tiene o no "instinto" es aquella que, al menos, a sentido una vida en su interior.

12:54 a.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Miss, por tu edad,que no son precisamente 90 años, hay una vida por delante para decidir si ser, si no ser, y es un poco temprano(hoy que las mujeres están teniendo hijos a edades antes impensadas) para decir que uno "se lo perdió". Todo está por venir, todavía, a los cuarenta y tantos. Ser madre es una experiencia parecida a la de hacer un largo viaje en avión: si decidís no ir, decís "Mejor, por los peligros, el riesgo del avión, voy a extrañar, etcétera", pero no tenés la aventura, la adrenalina; y si vas, vivís algo que es muy bueno, como vos decís, pero también sufrís el riesgo, el peligro, la extrañada, y todo eso. Hay un cielo muy abierto delante tuyo, querida Miss.
Que te subas al avión, o no, depende solamente de tus ganas, porque uno no puede arrepentirse de lo que no le pasa.

2:03 a.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Eso de que siempre se está a tiempo, es oootroo tema...
Como en casi todos los temas, respeto todas las opciones, pero para mí, los hijos hay que tenerlos con un papá (lo que pase después es otra historia) y a una edad tal que no estemos jubilados cuando ellos todavía nos anden requiriendo. Por eso, el proyecto hijos -según mi criterio- se ha vuelto totalmente inviable para mí.
Lo anterior no quita que coincida con vos en que nuestro cielo todavía está abierto para muchos vuelos emocionantes!

1:07 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

pienso, qué cagada, porqué no podremos tener hijos, si la salud nos acompaña, cuando queramos, como los hombres. y luego dios balbucea medio entreverado:

"es que los hombres no me salieron tan buenos, fijesé. la fatalidad del primer boceto.
las mujeres pueden tener hijos cuando jóvenes, porque un hijo necesita mucha madre hasta quedar solo por el mundo. que el destino se atraviese, no es mi responsabilidad."

3:32 p.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Miss, ahí estaremos, en aquellos vuelos que valgan la pena.

Aydesa, yo que trabajé en una Defensoría de Menores, te aseguro que hay tanto chico solo y abandonado esperando que alguien lo vaya a buscar, esperando que alguien le regale un vínculo y que lo quieran siquiera un poco, que a veces pienso que mientras nosotras hablamos de esto, acá lo que en realidad hacen falta son padres, no hijos.

9:33 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

satamente. ayer veía una de esas notas catastróficas de bebés encontrados en bolsas. no me preguntes como, pero ahí estaría sin dudas para llevarlos conmigo.
contradictorio.
evidentemente esas decisiones he de tomarlas así, desde un barranco.

1:54 a.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Y sin respirar.

3:42 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home