¡Ay, dejemé!

El rubor que me ha hecho impune.

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Nombre: Silvia Sue
Ubicación: Santa Fe, Argentina

viernes, agosto 18, 2006

Infinita

Me pareció verlo hoy, pero no era. Parecido, el señor de bigotes con el que casi me topé esta mañana, caminando por la vereda de la Facultad de Ciencias Jurídicas, pateando las hojitas secas como en otro tiempo. Parecido a mi profesor de Minería (Derecho de Minería y de la Energía, se llamaba la cátedra), que hoy, si es que vive, debe tener unos setenta y cinco años, tal vez más. Minería (también denominada "Minas") era una materia corta, muy específica y técnica, muy inservible también, a la que casi todos, a la hora de preparar, le “poníamos” quince o veinte días, e íbamos a rendir con el programa muy macheteado. Era una de las últimas de la carrera. La cátedra más famosa (debe haber habido dos) era la de Laurencena. He ahí al Doctor Laurencena con su cara angulosa y sus bigotes, y su acento entrerriano, el pañuelo en el cuello o la corbata al tono. Entrerriano y radical, pero radical alvearista, como le gustaba decir. Cierta raigambre pretendidamente oligárquica, de "vieja familia entrerriana con campos". Un tipo de un humor variable, al igual que sus niveles de exigencia. Un aparato.

Rendí con él una mañana fría como la de hoy, hace unos cuantos años…y me acuerdo de todo, como si hubiese pasado recién. Llegué tarde, como siempre, sin tiempo a presenciar exámenes ajenos, para agregar algo a mis precariedades. "Uno aprende escuchando exámenes", gustábamos decir los indolentes, los mentirosos, los que siempre nos íbamos con algo colgado.

Me acuerdo de que estaba tomando exámen en el Aula Vélez Sarsfield (una de las más grandes y viejas), y había gente adentro, presenciando, y gente en la puerta. Pregunté a alguien cómo iba. “Bien”-me dijo-tolerante”

-“¿Preguntando fino?-insistí.

-“No,- me dijo el compañero-nada que ver. Anda fácil. Pregunta grueso. Camiones, te diría”

Con la tranquilidad de los creativos, no obstante haberle "puesto" nada más que una semana (pregunta camiones, yo la leí toda y algo voy a inventar) me fui al bar a distenderme, porque con mi Comisión todavía no había empezado. Dos horas charlando, sin leer ni una línea como para "refrescar", contando visicitudes de la última peña. Empieza con mi Comisión, me fijo en la lista, y veo que soy la primera. Con “B” larga. Porque “Belbeny, Manuela de los Milagros” (mi habitual antecesora cuando coincidíamos en algún cursado), muy responsablemente se volvió a su casa: es que “le puso” una semana igual que yo, pero con la honestidad y el pesimismo que a mí me faltaban.

“Okey, pensé. Capilla en mesa...hummm....con el programa todo escrito para desplegar delante de sus honorables bigotes...empezamos mal".

El Código de Minería era un hormiguero, macheteado hasta el último comentario: una-obra-de-arte.

Me llaman. Mi nombre retumba en un silencio con murmullos de fondo, subo a la tarima, donde está el escritorio del tribunal examinador. Saludo circunspecta, me saludan, y de repente tomo conciencia, como el ladrón en la puerta del Banco, porque ahí soy exactamente eso. Respirando hondo, con manos temblorosas saco bolillas: 1 y 14-, lo recuerdo muy bien. La primera y la última. Diez minutos de capilla en mesa y frente a él, a sus bigotes, con unos cuantos atrás mío escuchando.

Intento desesperadamente leer la bolilla 1, el programa se me hace milimétrico, la letra del machete no es mía, busco datos en una memoria inconfiable, siete días a dos bolillas por día y sin repaso. Endeble el mundo, la vida misma.

Laurencena charla con los dos adjuntos, hace bromas, respiro aliviada intuyendo su buen humor. Hoy tiene un buen día. De pronto se pone serio, me observa con actitud de empezar, frunce el ceño fingiendo severidad, y me dice :

- “¡Bueno!”

-“¡Sí!-“ casi le grito yo también. El viejo espera de mí, y yo trato angustiosamente de armar algún concepto para arrancar.

Me tira una soga (cree él) y me dice: _“A ver, niña…dígame: características de la propiedad minera.”

Fácil, grueso. Un camión, pienso. Pero por más que busco, en mis recodos mentales solamente hay palabrejas atadas con alambre en horas quitadas al sueño, para preparar esa mierda en siete días.

Pero pongo mi mejor voz cuasi-doctoril (me faltan tres materias, después de todo), y le contesto gravemente:

-“La propiedad minera es…infinita.”

Laurencho se tira para atrás, sorprendido. Levanta las cejas, histriónicamente, como quien acaba de descubrir algo importante.

_“Infinita…”- repite en voz muy baja, como para sí mismo, estupefacto. Se inclina hacia mí, mirándome fijamente a los ojos, apoyando los antebrazos sobre el escritorio:- “¿Infinita?..."-me pregunta, balbuceante, incrédulo, y sin esperar respuesta:

-“ ¡¡ INFINITA!!... - brama - ¡INFINITA ES LA BOLA QUE TE VOY A PONER!”

Una catarata de abrumadoras carcajadas empieza a tronar a mis espaldas vencidas. Malditos. El papelón que sigue unos veinte minutos más es un debatirse entre adivinanzas y conceptos leídos del machete, para intentar sacar agua de las piedras, para inventar alguna exposición coherente. Laurencena fluctúa entre la ira y la paciencia, entre el sarcasmo y la generosidad, es un forcejeo en el que yo me abuso y le hablo atolondradamente del cateo, del derecho del minero a no sé qué jornada de trabajo íntegra, intento aturdirlo, me paso a la otra bolilla, y me meto en diversos berenjenales.

Me termino yendo derrotada, ya sin dignidad alguna, obviamente boleada y cargando irónicas sonrisitas, planeando oscuras venganzas a las burlas ajenas.

Entonces me percato no sólo de que tengo que rendirla otra vez.

Pienso en que, de acuerdo a mi propia finitud, hay lugares de los que no se vuelve.

20 Comments:

Blogger Carlos dice...

Me hizo matar de risa justo cuando más lo necesitaba.

2:15 a.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Qué frase tan linda. Se la agradezco infinitamente.

2:57 a.m.  
Anonymous Anónimo dice...

hermana, sabés que no suelo dejarte comentarios, pero como no sé si nos vamos a ver este fin de semana, TENGO que decirte que lo que relataste es GENIAL. Pese a que ya conocía la anécdota, tu relato me transportó a una época y a un lugar de los que no formé parte, quizá mirando desde la puerta del aula y desternillándome de risa una vez más con tus "salidas", tus gestos, tus "tiradas a la pileta"... porque vos sos así, vos sos un torbellino encantador, vos sos mi superegua infinita. Te quiero.

12:17 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Anoche mismo me reí, pero no quise abrir fuego en el portacomentarios. Como perpetuo estudiante de universidad periférica, envidio rotundamente ese folclore. Más aún: si yo estaba en la tribuna, seguramente me hubiera bien ganado su odio con algún aplauso.

1:02 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Empatía pura la mía, Silvia Sue, te juro, aunque nunca pasé por una situación similar (no porque fuera una genia, sino porque mi estilo era más el de Manuela de los Milagros) pude sentir el bochorno en carne propia, muy bueno!

3:12 p.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Como pueden ver todos, me habrán boleado, sí, pero ¡tengo una Hermana infinitaaaaaaaaaa!!!!
¡Dice que soy superegua!!
Gracias, Puchis, yo también te quiero, y así me quiero un poco a mí misma, sabés que sos algo así como mi alter ego...
(y eso del torbellino ya me acuerdo de dónde viene....¡sos tremenda, eh! :)


Miss, de Manuela Belbeny me acuerdo con el nombre completo porque siempre me hacía capilla en los exámenes, cuando coincidíamos en la misma comisión...Y cuando ocurría (como cuando rendí "Minas") que uno ve que no se presenta nadie con "A" ni con "Ba" y ella decide irse....entonces teniendo que hacer yo capilla en mesa con el macheterío tan expuesto, ya tenía cavada el 50 % de la fosa.

4:32 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Estamos en manos de "estos" abogados...madre santísima...

1:09 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Mi hermana habrá sido una cobarde pero por lo menos no andaba asaltando mesas examinadoras protagonizando esos bochornos impropios de la gente con sentido de la responsabilidad y de la conducta que nos enseñaron nuestros mayores.
¡Hermana, sos la mejor! ¡Y yo también! ¡Abajo la Tía Pupi!
¡Cárcel a los malos estudiantes!

1:28 p.m.  
Blogger Carlos dice...

Cárcel a los que critican a la tía Pupi.

1:01 a.m.  
Blogger Vero dice...

¡Jua jua! El Laurencho ese era gracioso para el bochazo, por lo menos. Mirá que sos temeraria, ¿eh?

3:16 a.m.  
Blogger Jack Celliers dice...

Pero vamos, vamos, no se vuelve del ridículo, pero lo suyo fue gracioso nomas.

1:31 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Esto me recuerda a una lección de historia en el secundario, donde, por una trampa de mi lengua, termino explicando cómo el espíritu santo y la virgen maría CONCIBEN a Jesús.
Relevado el error por mi profesora: "A ver Berón y cómo se le ocurre a Ud. el asunto de la concepción?", con la misma vehemencia que tu docente, no tuve otra opción que inventar una teoría conspirativa leída por allí y luego volver al asunto, como pretendiendo salvar el auto pendiente en el barranco poniendo marcha atrás. Hubiera sido mejor abrir la puerta y tirarse a un costado.

2:28 p.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Vero, tenés razón, siempre tuve ese problema. Y sí,hay cada aparato del otro lado, pero éste por lo menos me anticipó.
Yo siempre me acuerdo de que el viejo Mosset Iturraspe (es famoso y vive todavía) que era el titular de la cátedra de "Contratos" era impasable, por el más mínimo (mínimo, mínimo)error te comías unas bolas monstruosas. Pero cuando rendías te trataba tan pero tan bien, era tan pero tan amable, te daba tanto la razón en todo, te ponderaba, te halagaba de manera tal,y al final te decía "vaya nomás, muy bien lo suyo", que salías
comentándole a todo el mundo "che, me trató bárbaro, y me dijo que todo muy bien.." creyendo que habías aprobado.
Y cuando ibas a buscar la libreta te encontrabas con una bola infinita.
Una forma del sadismo.


Jack, sí que fue gracioso, pero yo pienso que ha quedado grabado mi papelón en la memoria de esos viejos muros.

2:38 p.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Ay, Aydessa, querida...¡Ja,Ja,Ja!
¿Lo "concibieeerooon"? "¿Qué dice, Berón?. ¿Cómo se le ocurre?"
Mirá, en esas situaciones, yo he llegado a fantasear con el desmayo.
He pensado ¿y si me desmayo?.
Lástima que no es como apretar un botón ¿no? :)

2:42 p.m.  
Blogger Tino Hargén dice...

Que bueno as anécdotas de facultad!, de exámenes, de bolas, de aprobados, de sobresalientes. En mi facu de Rosario no se ponía nota sino nombres: la bola era "Insuficiente". Todo esto me hacen viajar a donde siempre quisiera volver -o de donde nunca me hubiera querido ir-, me inspira a recordar anécdotas, a ver si me pongo a escribirlas...

11:15 p.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Tino, en mi Facultad también la bola se denominaba Insuficiente.
Cuente que queremos saber sobre su vida.

11:31 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

qué será "la bola"?

12:37 a.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Ayd, supongo que en alusión a un cero. A algo redondo, digo.

2:24 a.m.  
Blogger Tino Hargén dice...

exacto, todo connotación esferoide del reprobado o el aplazo de un examen proviene del cero.

La bocha, el huevo, la papa, la rosca, la pelota,la rosca y sus verbos derivados: bochar, papear, pelotear, rosquear, reventar, llevársela rodando, comerse la bola.....

6:18 p.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Ya lo dijo Tino.
Entonces, entre mi viejo profesor y yo hemos dado lugar al concepto de "bola infinita".
Una gran bola. Una bola inagotable, vendría a ser.

7:33 p.m.  

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