¡Ay, dejemé!

El rubor que me ha hecho impune.

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Nombre: Silvia Sue
Ubicación: Santa Fe, Argentina

sábado, diciembre 02, 2006

HE VUELTO ("¿de nada sirve escaparse de uno mismo?")

He vuelto. Así anunciaba, en titular rimbombante en el diario local de su ciudad, el famoso Hombre Araña, en la película que ví a principios de año, como madre abnegada de niños ávidos de emociones cinéfilas, hundidos en conos de pochoclo.

Un peliculón para adultos, en realidad, que dice mucho más de lo que dice que dice.

Cuando estaba de civil, el enmascarado Hombre Araña era un chiquilín de 18 años de quien nadie sospechaba nada. Un estudiante brillante de Física en su Facu, y empleaducho en la redacción de un periódico. Tenía poderes naturales, el pobre, y mucha sensibilidad social.

Se disfrazaba cuando veía alguna injusticia, y derribaba enemigos a increíbles golpes de puño, patadas estratégicas de su fuerza prodigiosa, y habilidísimos enredos de la tela de araña que brotaba mágicamente de sus dedos. Pero su vida personal era un fracaso absoluto, e iba de mal en peor: por sus actividades de “Superegüe” (Patricio dixit) estaba siempre agotado para estudiar, siempre cansado para hacer horas extras y ganarse unos manguchos para comer mejor, siempre llegando tarde a las citas con su novia que lo insultaba y lo amenazaba con un reemplazo inminente. Es que los tiempos no le daban, al bueno de Araña: en esa ciudad insegura se le cruzaban tantos conflictos, tanto robo a mano armada, tanto maltrato a los más débiles, tanto asesino por las calles, que era imposible ocuparse de sí mismo sin desocuparse de los demás.

Un día, harto de los cuestionamientos propios y ajenos por su desvencijada vida, decidió renunciar.

-“Se acabó el super héroe”-, se dijo. Tiró el disfraz en un contenedor, y decidió dedicarse a sí mismo, a su propia salvación. Su vida prosperó de inmediato: con sus tiempos renovados y el descanso necesario, sus estudios pasaron de mediocres a exitosos, se lo veía sonriente, peinado prolijamente, con promesas de ascenso en su trabajo, y con el romance restaurado.

Pero todo el mundo comentaba que el Hombre Araña había desaparecido, que la ciudad ya no era la misma sin él. Todos los abusos callejeros se multiplicaron, y la gente se lamentaba por su abandono: ya nadie cuidaba la seguridad de todos, como lo hacía el Hombre Araña.-

Pero él, sordo a los reclamos radiales y televisivos clamando por su regreso, seguía impasible su nuevo proyecto de vida. Pasaban a su lado las mismas situaciones de antes, la misma violencia urbana, las mismas injusticias: entonces cerraba los ojos con fuerza, respiraba hondo y seguía su camino, diciéndose a sí mismo: “Soy otro más, no soy distinto, soy como todos, soy cualquiera".- Llegaba todos los días a su pensión, se acostaba tranquilo y se dormía conforme, en la placidez de su convicción unificada a la conciencia colectiva.

Un día, no pudo resistirlo más. En una esquina oscura, dos enmascarados asaltaban y golpeaban a una viejecita que pedía a gritos el auxilio de los indiferentes. Se la quedó mirando unos segundos, algo se disparó en él y la indignación acaparó su voluntad, terminó con sus represiones. Fue a buscar el disfraz al contenedor: por suerte ahí estaba, como un símbolo del desinterés ajeno. Nadie lo había tocado, en esos pocos meses. Lógico: ¿a quien le iba a interesar quedarse con esa porquería, quién iba a querer tomarse el trabajo de “ser” el Hombre Araña? Nadie-pensó-ni siquiera para un baile de Carnaval. No sea cosa que el traje esté encantado, les surja algún poder repentino, y tengan que molestarse en hacer algo.

Con la velocidad de un rayo arácnido volvió a tiempo, rescató a la ancianita, peleó contra los ladrones, esquivó puñaladas, los maniató con la tela de sus dedos mágicos y llamó a la Policía.

Después se fue caminado despacito a su piezucha de pensión, se sacó el disfraz, lo colgó con cuidado, y se acostó, agotado, en su cama. Cerró los ojos y se durmió sonriendo.

Al día siguiente, en su trabajo, contó que un anónimo le había dado un mensaje para publicar. Lo imprimió en letras enormes, acaparando la portada:

" HE VUELTO ".

15 Comments:

Anonymous Anónimo dice...

y cómo te fue en el viaje?

8:12 p.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Sí, algo así fue. A los confines de la legislación vigente en matería de Defensorías Zonales (yo quiero ser Defensora Zonal de pobres, ausentes e incapaces)
Todavía no me fue, más bien me está por ir, acabo de pasar un puente, se puede decir.

9:45 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

La estrategia de la araña (Strategia del ragno, 1969, Bernardo Bertolucci), es un film basado en un cuento de Borges, "Tema del traidor y del héroe". Es una de las pocas cosas buenas que hizo Bertolucci. Están las películas en que la araña es un hombre y aquellas otras en que la araña es una mujer.

5:22 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Nadie te extrañaba, podés irte nuevamente.
A la película del Hombre Araña la voy a sacar para verla esta noche.

7:12 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

hay gente idiota, pero un idiota anónimo no deja de ser reconocible por lo idiota.

11:15 p.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

No la ví, Carlos. Pero de esas "pocas cosas" que Ud. dice, la verdad, no puedo olvidar esa maravilla que fue "La luna", para ver con Freud sentado al lado.
Y "Novecento" fue también increíble para mí, hay escenas que me han quedado grabadas como si las hubiera vivido yo misma.

Anónimo es incómodo, como todos los anónimos. Yo tampoco lo extrañaría si me hiciera el favor de no andar nunca más por acá.
Es más, casi que se lo estoy solicitando gentilmente.

3:46 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Hola, Silvia, ya que estoy acá te saludo.

¡Hola!!!!!!!!

7:25 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

tiene razón, Novecento es buenísima, me había olvidado, y La Luna, le soy franco, no la vi. Tomo nota y veo si la veo.

9:17 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

me encantó el análisis.
decile al arácnido que tenés un trabajito: romperle los dedos a los cretinos que pierden anonimamente su tiempo.
besos beltranaaaaa!

9:41 p.m.  
Blogger Tino Hargén dice...

Feliz de verte a volver!!!

"Novecento", joya nunca taxi

"La luna" es muy buena, mirala Rackie

A Anónimo no le hagas caso, en pocos días más te escribirá cartas de amor

10:51 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Novecento, en sus dos partes, siempre me pareció la historia de Grosso de la izquierda bienpensante europea. Un cast descomunal para una obviedad descomunal.
La luna, con la insoportable y felizmente extinguida Jill Claylbourgh, es un producto psi pretencioso para iniciados en el diván. Y finalmente rescato una de las primeras: El conformista. Todo el resto lo regalo o lo dono a Emaús.

11:46 a.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Daldy, yo pienso que a nivel cinematográfico, que Bertolucci haya podido hacer algo descomunal a partir de lo obvio ya me justifica a mí tenerlo en cuenta, a mí por lo menos, yo que ni siquiera estoy en condiciones de formar parte izquierda "bien pensante" argentina, de la que queda muy poco si es qaue hubo.
También me parece que para ver "La luna" hay que despojarse de tanto juicio previo,
o iniciarse realmente en el diván, cosa que no tiene por qué ser condenable y que por ahí no viene mal.
A "El conformista no la ví, pero seguiré tus recomendaciones.
En lo que no estoy para nada de acuerdo es en donarle a Emaús, que es la derecha católica mal pensada local, demasiado perversa para entender al pobre Berto.

9:57 p.m.  
Blogger estenoesminombre dice...

Iba arecomendar Rambito y Rambón, pero me acordé de Spinal Tap.
Tornatore es un gran director.

Pero agarresé m´hija. El año que viene estrena la tercera parte del arácnido, Shrek 3, la película de transformers y un par más a lo largo del año.

besos y telarañas

11:29 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Hola Silvia:

Ya que sugieren, hay un libro del mismo autor del libro en que se basa novecento, me parece, que es una maravilla, se llama Seda.

UN beso

5:39 p.m.  
Blogger Silvia Sue dice...

Nombrequenoes, estoy pendiente de ese estreno. Hay que ver cómo aprende uno de lo que aparentemente se dirige al mundo infantil.

Nuris, gracias por venir, realmente se te extraña.
Voy a tratar de conseguir ese libro y de leerlo.

8:48 p.m.  

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